Matemáticas y ética: el futuro docente que estamos construyendo
A lo largo de este blog hemos platicado de muchas formas en que la inteligencia artificial (IA) puede ayudar a aprender matemáticas: resolver ecuaciones, entender fracciones, motivar a los estudiantes, apoyar la inclusión y hasta facilitar la planeación de clases. Pero antes de cerrar, vale la pena detenernos en un tema que no podemos dejar de lado: la ética.
Como señala Benedict du Boulay (2023), la IA en educación trae consigo grandes ventajas, pero también retos importantes. Por ejemplo, hoy las plataformas pueden dar retroalimentación en tiempo real y personalizar ejercicios, pero al mismo tiempo recolectan mucha información de los alumnos. ¿Quién controla esos datos? ¿Con qué fines se usan?
También está el tema de la equidad. Si los algoritmos no están bien diseñados, pueden reforzar desigualdades en lugar de reducirlas. Y si confiamos demasiado en las máquinas, corremos el riesgo de perder creatividad, pensamiento crítico y autonomía tanto de estudiantes como de docentes.
Por eso, hablar de IA en la escuela no es solo hablar de tecnología, sino de cómo usarla de forma responsable. Se proponen principios que suenan sencillos pero son esenciales: que la IA sirva para el bien común, que no cause daño, que sea accesible para todos, que respete la autonomía y que sea transparente.
De acuerdo con datos de la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías en los Hogares (ENDUTIH 2022), solo el 75% de los hogares tiene acceso a internet, y esta cifra es mucho menor en zonas rurales. Esto significa que, aunque la IA tenga un enorme potencial, todavía existen brechas de acceso que limitan su implementación en las aulas de matemáticas.
A ello se suma que muchos maestros no han recibido capacitación formal en el uso de herramientas digitales avanzadas. Según la Secretaría de Educación Pública (SEP, 2023), uno de los mayores desafíos del sistema educativo es preparar a los docentes en competencias digitales para que puedan integrar la IA de forma pedagógica y no solo como recurso técnico. Esto es clave: sin una formación sólida, el riesgo es que la IA se use de manera superficial, perdiendo su verdadero valor educativo.
Para que la inteligencia artificial tenga un verdadero impacto en la enseñanza de las matemáticas, los docentes necesitan desarrollar nuevas competencias. No basta con saber usar plataformas digitales, sino también tener un pensamiento crítico para cuestionar los algoritmos, habilidades didácticas para integrar la IA en proyectos y en problemas reales, y sensibilidad para promover espacios donde todos participen juntos a la tecnologia. Además, deben aprender a gestionar la información que generan estas herramientas, garantizando la privacidad y usándola para mejorar la planeación de clases. En otras palabras, el papel del profesor no desaparece; se transforma en un mediador que guía, acompaña que potencia el aprendizaje con ayuda de la tecnología.
Referencias
INEGI. (2023). Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH) 2022. Instituto Nacional de Estadística y Geografía. https://www.inegi.org.mx/programas/dutih/2022/
Secretaría de Educación Pública. (2023). Informe de labores 2022-2023. SEP. https://www.sep.gob.mx/
Du Boulay, B. (2023). Artificial intelligence in education and ethics. En S. Yu, R. Luckin, & W. Holmes (Eds.), Artificial intelligence in education: Promises and implications for teaching and learning (pp. 93–108). Springer. https://doi.org/10.1007/978-981-19-2080-6_6
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